bocetos de paisajes en acuarela

 El boceto, que es algo más que un simple apunte, constituye una alternativa más depurada que éste para poder llevarnos grabadas en el papel nuestras impresiones de un paisaje.


Su utilización posterior como base de trabajo de una pintura, ya sea a la acuarela o no, es a mi modo de ver la mejor solución, mejor que una fotografía, puesto que en el proceso de abocetado, primero se hace un análisis de situación para después realizar una síntesis de objetos, formas,  luces y colores.

Este proceso de filtraje permite dotar de personalidad propia,  de forma subconsciente, a nuestra obra.



El tiempo dedicado a la realización de estos bocetos suele ser mayor que el dedicado a la ejecución de  apuntes, por lo que es conveniente hacer una buena elección del motivo y del encuadre o composición, para no desperdiciarlo y disfrutarlo convenientemente.




Con relativa frecuencia, deberemos fijar nuestra atención en un sólo objeto que nos haya subyugado, a fin de colocarlo en la obra final en un lugar preferente, desarrollando un detalle más pormenorizado.





Cuando nos dediquemos a reflejar el paisaje urbano, dado que podemos complementarlo con alguna que otra fotografía de apoyo, no tenemos por qué ser muy exigente en el mantenimiento de las proporciones o de la perspectiva.

El tiempo dedicado a una observación de la iluminación general y por tanto del color, nos será más útil.




En otras ocasiones una síntesis excesiva puede dificultar la realización a posteriori de un paisaje realista...  ¿posibilitando quizás una abstracción?

el boceto original y su acuarela


Solo los acuarelistas muy experimentados son capaces de pintar una acuarela "a la prima", sobre todo si se aborda el trabajo sin interiorizar previamente el modelo a trancribir.

Incluso éstos, no pueden garantizar el éxito al completo.

Reducir las posibilidades de fracaso es una norma que se debe acometer, por lo que el realizar un apunte, "in situ", para colorearlo posteriormente y poder analizar, tranquilamente, cómo abordar el trabajo final, constituye una obligación para mí.
  
 



Guarro 240 g. 60% algodón grano fino 50x35 cm


el tono general en acuarela

Si al pincel, una vez humedecido, le añadimos un color, podremos, además de humedecerla, homogeneizar la superficie del papel, eliminando parte del apresto, encolado inicial que algunos fabricantes aplican para protegerlo hasta su utilización, como para proporcionar un tono general de color, ya sea cálido o frío, que nos servirá de base para la realización de la acuarela posterior.



A mí personalmente, me gusta dar una aguada cálida, de siena natural o de amarillo de Nápoles para proporcionar calidez a los previsibles "blancos" de las nubes de los cielos en paisajes nubosos, ya sean naturales o urbanos.

No hay que olvidar nunca reservar sin aplicar esta aguada en aquellas zonas del papel que vayan a recibir edificios blancos u objetos principales que requieran el máximo contraste lumínico y que por tanto deberán permanecer en blanco en alguna parte específica.

De no respetar esta regla, habrá que utilizar con posterioridad otro método de reserva y aplicación de blancos


 

sombras en el paisaje urbano

Esta vista de la calle San José con la iglesia de San Nicolás al fondo es un buen ejemplo para desarrollar el tema de esta actualización.


Guarro 240g. 60% algodón  grano fino 50x35cm


Obsérvese que las sombras "propias", aquellas de las fachadas que no reciben luz, son tonales, es decir, de la gama cromática del color propio de la fachada.

También es de destacar que las sombras "proyectadas", las que reciben las fachadas iluminadas como consecuencia de la interposición entre estas y el foco de luz de otros cuerpos, en este caso edificios enfrentados, son cromáticas, es decir, del color complementtario del color propio de la fachada que recibe las sombras.

Esta composición de sombras, resulta más "realista" que las enunciadas en la primera imagen de mi actualización sobre sombras tonales y cromáticas combinadas en el paisaje urbano. Allí, en esa primera  imagen, las sombras propias eran fríamente cromáticas, relizada con colores complementarios, no existiendo sombras proyectadas.


reflejos nocturnos en el agua


El agua tiene el color de la luz que refleja, es decir, refleja la luz que le incide, tamizada por el color de las sustancias en suspensión o disueltos en ese agua.

Así ante un paisaje nocturno, lacustre o marino, tendremos que contar con algún tipo de iluminación para poder discernir algo, iluminación natural como la Luna o artificial de alumbrado exterior  interior de los edificios o embarcaciones próximas.

Esta iluminación, supuestamente débil provocará sombras igualmente débiles y se reflejará sobre la superficie acuosa.

Dada esta escasa iluminación ambiente, el fenómeno de la refracción no se apreciará, pues la porción de agua que no refleje luz alguna quedará oscura y nada transparente.

Los ejercicios que muestro a continuación están realizados en una noche de luna llena, en uno de mis primeros veranos pictóricos, en una localidad marítima próxima a la ciudad donde resido.

Guarro 240g 60% algodón grano grueso 40x30cm

El primero está realizado con alguna penumbra del crepúsculo ya que se puede observar todavía algún color cálido de la orila de la playa.


Guarro 240g 60% algodón grano grueso 40x30cm

El segundo ejercicio representa ya una hora más tardía, con algunas sombras nocturnas y reflejos sobre el agua.


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