Una de las acciones que más placer me produce cuando pinto acuarelas, después de tomar color de un godet supergigante con un pincel grande, es la primera mano, o sea, la primera aplicación de color sobre un papel inmaculado.
En este momento entro sin titubear, y sin pensarlo dos veces.
En este momento entro sin titubear, y sin pensarlo dos veces.
Ahora sí esta decisión debe ser reflexiva ya que es fundamental la reserva de blancos desde el momento inicial.
Unas veces lo haremos dando una aguada generalizada para dar homogeneidad de color a la acuarela, como si estuviésemos trabajando en un papel coloreado, reservando blancos como siempre, y otras veces empezaremos trabajando los cielos con todos sus fenómenos lumínicos y atmosféricos.
Estas aguadas generales serán trabajadas con el pincel petit gris o con el hake o una paletina de dos o dos pulgadas y media, y una vez realizadas no deben ser muy "manoseadas" hasta tanto no estén razonablemente secas.
Es decir, que no debemos insistir, insistir e insistir sobre la aplicación de color.
En el caso que nos ocupa, quierpo representar una imagen que tomé fotográficamente de la bahía de Siracusa y que ya he representado en un boceto realizado con motivo de un trabajo con acuarelas líquidas
Con un pincel sintético, grueso del nº 20 y de punta fina puedo realizar trabajos de aguada, como es el caso, amén de poder perfilar detalles concretos., por lo que lo he elegido antes que el petit gris o el hake.
Aplicando una aguada de color levemente cálido y esperando su secado posterior, se consigue dar uniformidad a la tonalidad posterior de la acuarela.
Así reservando algunos blancos, éstos lo parecerán más al final del ejercicio.
Se puede percibir cómo el papel se ha ondulado como consecuencia del exceso de agua aplicado.
Esto, que puede parecer un inconveniente (ver la actualización sobre tensado del papel) lo intentaré aprovechar en mi trabajo posterior.
El color que he puesto es el amarillo de Nápoles, que si bien es muy poco traslúcido, sirve para este cometido. A falta de este color, que yo tan solo uso para este fin, se puede aplicar siena tostado o incluso ocre amarillo.
Observo que, esperando un tiempo, su secado parcial provoca la desaparición parcial del ondulado producido anteriormente por la humedad.
Tengo, pues, ya preparado el soporte para el "segundo abordaje", o sea, la realización de un cielo muy nuboso.
Para ello, aprovecharé el color cálido del amarillo de Nápoles para pintar nubes brillantes.
En otra actualización posterior explicaré cómo se representan las nubes aprovechando este tono cálido que he puesto en la hoja de papel.
MUY BUENA TU EXPLICACIÓN..GRACIAS
ResponderEliminar